«Quiero verte otra vez, oh… no te vayas campeón…»

«Olé, olé, olé,olééé, Beto, Betoooo…» bajó de las tribunas después de que el «Mostro del gol» bajara el centro de Gaspar Paez, enganchara ante la salida del arquero rival y con delicadeza definiera el 3 a 1 de Trebolense ante San Martín.

Corrió a su esquina predilecta, ahí, donde está la bandera, donde siempre está «Máquina» agarrado del alambrado, se arrodilló con su pose clásica y gritó el gol. Se quedó tirado en el piso junto a Gaspar Paez, como disfrutando el momento, que uno siempre quiere que sea eterno. Se sonrió, corrió a su campo, miró a la hinchada, se golpeó el pecho ahí, donde está el escudo y levantó el dedo índice al cielo.

La platea se desmoronaba y el grito de «Betoooo, Betooooo…» sonó fuerte, muy fuerte y se me guardó en el corazón.

Ya son 215 gritos con la camiseta del «Cele». Doscientos quince goles… ni más ni menos. De Franco, del «Mostro», del «Beto», de Casañas.

El mismo pibe/niño que llegó en 2007, el que fue campeón en 2008 y 2012. El mismo que se emociona cuando habla de Trebolense en alguna nota, el que siempre le agradece a los compañeros «porque sin ellos yo no podría hacer lo que hago».

Es el «Beto» que cuando lo ves por la calle te levanta el pulgar. El que ahora es papá, el que siempre fue querido por su gente, el que llegó de Roldán, el que tiene su rostro pintado en el muro, de rodillas, como su pose, la misma que inmortalizó una cálida noche de diciembre en el estadio Roberto Toraglio de Carlos Pellegrini en esa final contra Americano allá por el 2012 cuando, con su golazo, Trebolense fue campeón.

Yo no sé si se va o no se va a fin de año, como dijo a principios de 2019. Yo no sé si deja el fútbol y vivirá por siempre con el fútbol. Yo no sé si en 2020 lo veré salir por el tunel del «Centenario» … pero lo que sí estoy seguro es que el canto de su gente, en esta histórica tarde, se grabó por siempre en mi corazón, en el del hincha del «Cele» y en el corazón grande de ese pibe que se hace llamar «El mostro del gol».

Yo no sé que será de tu vida, Franco querido, lo que sí quiero, es cantar esa canción de cancha, que dice «quiero verte otra vez, oh… no te vayas campeón».

Por Francisco Díaz de Azevedo
Prensa CAT

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