Por Francisco Díaz de Azevedo
Prensa CAT
Como me gusta ser de Trebolense. Como me gusta, por Dios!!!
Como me gusta ser de un club grande, que piensa en grande, que sueña en grande y que realiza en grande.
Porque es grande y está grande. Tiene 110 años, nació en aquel 19090 bajo el mismísimo nombre de Trebolense y durante 110 años fue Trebolense para todos.
El club que tiene un deporte para cada edad, para cada objetivo, para cada pasión, para cada necesidad. El club que tiene empleados de oro que trabajan por pasión, que tiene una Mutual que genera deporte, profesores sin igual y alimentan el sueño de cada pibe y cada deportista.
Como me gusta ser de Trebolense, con sus fiestas inolvidables, originales y bien propias. Como me gusta ser de Trebolense, un club con deporte para que te diviertas y deporte para que sueñes bien alto hasta alzar una copa de Argentina y brillar por el mundo.
Hoy el “Cele” tiene embajadores en cada rincón del país y desde hace unos cuantos años en diferentes puntos del globo terrestre.
Por eso me gusta ser de Trebolense, como el domingo, llegando a una final y cayendo con la frente muy pero muy alta ante un gran campeón. Porque para ganar o perder una final, primero hay que llegar y para eso hay que ganar mucho antes.
Y así me gusta ver la cancha, llena de color, de pasión, de camisetas del “Cele”, de humo de colores del cielo para ver jugar al “Cele”. Y a veces puedo gritar con el corazón y otras llorar por los rincones porque Trebolense es así, pura pasión.
Trebolense festeja por sí mismo si gana y se entristece para sí mismo si cae, pero mañana vuelve a estar de pie.
Porque mañana hay más historia que contar, hay más pibes por los que trabajar, hay un edificio que inaugurar, hay una fiesta para festejar y hay un verano para disfrutar.
Sí, como en casa, porque el “Cele” es mi casa, tu casa, y la de nuestros hijos. Ganando o perdiendo, pero siempre con la cabeza alta.
La postal de ayer fue con las tribunas y 3000 almas gritando “Olé, olé, olé, olé, olé, olé olá…cada día te quiero más”, tras el pitazo final homenajeando a nuestros jugadores y con el aplauso de pie para el campeón Sastre.
Así sentimos también, con el deporte como fiesta y no como guerra. Respetando al rival, que nunca será enemigo. Jugándole a muerte, obvio, pero de manera leal.
Así sentimos, así vivimos, ese es el himno de mi corazón, el del tuyo, el del nuestro. Como vos y yo. Desde hace 110 años, cuando naciste y te bautizaron Trebolense, hasta el día de hoy, viejo Trebolense de la punta del Boulevard, y hasta mañana, porque hay un motivo que nos mueve: El de saber que “Siempre se puede ser más grande”.